Salgo del metro de Callao y recorro callejuelas llenas de mendigos, turistas y prostitutas. Llego, tras preguntar a un par de personas, a la Calle de la Puebla, nº 20. Un buen amigo me ha recomendado visitar ésta Iglesia.
Desde fuera parece una parroquia de barrio cualquiera. Sucia, desaliñada y arrinconada. Nada hace intuir su interior.
Sin embargo, nada más entrar los ojos quedan anegados de color. La iglesia es un cuadro gigante. Todas sus paredes están recubiertas de maravillosos frescos. Tienes la acuciante sensación de estar dentro de un cuadro vivo.
San Antonio de los Alemanes fue fundada en el S. XVII por Felipe III como San Antonio de los Portugueses. Su santo patrón es San Antonio de Lisboa -también conocido como San Antonio de Padua-.
Inicialmente fue un Real Hospital. Cuando Portugal se escinde de España en 1640, Mariana de Austria, lo cede a la comunidad católica alemana. Y de ahí el nombre. Lo portugués pasó a ser alemán por razones de conveniencia política y religiosa.
Entre los frescos destacan por su colorido y vitalidad los del gran pintor barroco italiano Lucas Jordán -nombre castellanizado de Luca Giordano-. Sus rojos y azules parecen carne viva. Avivan tus sentidos y embriagan la vista. Los milagros de San Antonio son un buen ejemplo de lo que era capaz de hacer éste genio altivo y caprichoso.
Me pongo a charlar con Juan, el sacristán y responsable de la Iglesia. Me dice que la Iglesia es privada y pertenece a la Hermandad del Refugio. Tienen un comedor para pobres. «Nos dedicamos a la gente» asegura. Juan habla rápido y, a veces, pierde su mirada en el infinito. Es un buen hombre. Le digo que si le importa que le haga una foto. «No claro, pero espera que me quite las gafas».
De pronto entra una chica joven con rasgos eslavos. Se llama Marta, me dice Juan. Es polaca y la organista de la Iglesia. En San Antonio dan conciertos de música clásica. El 21 de Marzo, todos los años, se celebra a las 19:00 horas, el Festival de Música Sacra.
Me despido de Juan. Aprieto su mano con efusividad.
Me voy, satisfecho por haber descubierto otra pequeña joya olvidada de Madrid.
Esta iglesía fue todo un descubrimiento cuando estuvimos preparando nuestro post sobre las iglesias más bonitas de Madrid, como muchas de ellas, el exterior de la iglesia esconda la gran belleza de su interior, por lo que la mayoria de veces pasamos de largo sin darnos cuenta de lo que nos perdemos.
Hola Alicia!!! Yo la conocía ya por un amigo que me la enseñó hace mucho tiempo pero apenas la recordaba. Cuando la volví a ver fue una grata sorpresa (en general todo el espacio incluyendo los jardines). Gracias por tu comentario y un abrazo fuerte.
Yo soy una gran apasionada del arte que, por principios, rara vez pisa una iglesia. Solo la del vaticano y una en Venecia. Pero esto es otro nivel, y seguramente me pase a verla. Muy bonita.
Pues ésta merece la pena por encima de tus creencias personales. La puedes apreciar a un nivel cultural y artístico. Tú pásate y ya me comentarás. Un abrazo fuerte.