
¿Por qué fuimos a Aramar Playa?
Pues porque me lo recomendó el socorrista (creo que se llamaba Jose) de la piscina del apartamento que alquilamos en Xivares, un complejo residencial, cerca de Candás, en Asturias.
Me dijo que hace 10/15 años se comía muy bien y barato en Asturias, pero que hoy por hoy, año 2024, desgraciadamente, se seguía comiendo muy bien, pero ya no barato. Los precios habían subido y quedaban ya pocos sitios con precios de los de antes. Ahora casi todos los precios eran «turísticos». Por lo que yo vi y experimenté, creo que el paisano tenía más razón que un santo.
Fuera como fuese, me dijo que el Aramar Playa tenía un sabor auténtico y más por la tarde-noche. Perfecto para ir a cenar. Así que allí fui con mi familia.

¿Cómo ir?
Pues lo mejor es ir en coche. Búscalo en Google Maps y sigue la ruta.
Cuando estés llegando, hay que ir despacio, porque el desvío está medio escondido y te lo puedes pasar con facilidad.
Había un parking de tierra y allí aparcamos.

El sitio, que podríamos definir como un bar-restaurante-coctelería porque hacían de todo y podías desde tomarte una cerveza, a comer o cenar, o pedirte un cóctel. Yo lo etiquetaría como chiringuito premium, si bien, nunca me ha gustado ponerle etiquetas a nada.
Está a las afueras de Luanco (un pueblo que merece una visita, por cierto, me gustó bastante). En Asturias, claro.

Todo rodeado de naturaleza. El ambiente es tranquilo y agradable.


La ubicación es privilegiada ya que está frente al mar.
Las vistas son espectaculares.

En cuanto a la comida, nos dejamos llevar por las recomendaciones que nos dieron. Unos tomates de la zona y bonita al peso. Los dos espectaculares. A mí que vivo en Madrid y estoy acostumbrado a los tomates de plástico de las grandes superficies, me parecieron una maravilla. El pescado, por su parte, a la plancha, en su punto, sólo con sal estilo Maldon, en escamas. Brutal.

A mí el servicio me pareció bueno, nos trataron muy bien. Luego leí en internet que no todo el mundo lo ve así. Pero, por mi parte, no tuve queja.

La decoración era sencilla y rústica, con mesas de madera, pintadas de azul.

De beber, como no podía ser de otra manera, pedimos una botella de sidra. Muy rica.
De postre tomamos tarta de queso. A una de mis hijas le encanta y, siempre que lo hay en la carta, lo pedimos.
Yo reservé, antes de ir, porque era agosto. Creo que es lo mejor, si vas en fechas de temporada alta.
Poco más que contar. Si estáis por allí cerca, yo me pasaría.