El Bierzo es una tierra repleta de fantásticas playas fluviales. Yo he estado en la mayoría. No en todas. Por decir un par de mis favoritas, señalaré la de Villafranca del Bierzo y Toral de los Vados. La de Vega de Espinareda es una de las últimas que he visitado. Me la habían aconsejado y superó mis expectativas.
Lo mejor, en mi opinión, es que tiene de todo: chiringuito, servicios/aseos (en buen estado), parking para coches (de tierra), acceso con escaleras al río, dos amplias zona de césped e, incluso, una zona de toboganes y ocio acuático. También alquilan en el chiringuito hinchables, con forma de animales, para los niños. Es decir, no le falta de nada.
Yo fui en coche desde Cacabelos (la primera parte de la carretera deja mucho que desear, por cierto). Es mejor ir desde Ponferrada, si tienes ocasión. Una vez allí, pregunté y me dijeron que no aparcara a los lados de la calle, junto a la playa fluvial, porque ponen multas con frecuencia, sobre todo en verano. Avanzas unos metros y hay un parking de tierra, bastante amplio y que no está mal.
Por cierto que, una vez aparcado el coche, según vas hacia la playa fluvial, hay un restaurante-terraza, Huarique Molino, que tenía muy buena pinta. Entré a curiosear y estaba muy bien. La terraza estaba llena y tenía sombra. Según he leído, antes era un antiguo molino, sobre el que construyeron el restaurante.
La playa fluvial está en el cauce del Río Cúa (el mismo que pasa por Cacabelos, el pueblo donde tengo familia y mis padres una casa) y tiene un bonito puente romano. El puente se construyó antes de Cristo, durante la romanización del Bierzo. Hoy en día se sigue usando como paso peatonal. Me subí para hacer una fotos, pero hay una estructura metálica que forma parte de la presa, que te «estropea» cualquier instantánea.
El área recreativa del río, se enmarca en la zona de Los Ancares leoneses. Toda la comarca es una región privilegiada.
Al parecer, la zona recreativa del río, se construyó en los años 70 del pasado siglo y ha tenido sucesivas remodelaciones, hasta llegar a su aspecto actual. Lo último que se ha hecho es la zona de toboganes y ocio acuático.
La playa es realmente grande ya que cuenta con dos grandes zonas verdes, una a cada lado del río. Es quizá la más grande de las que yo he visto en El Bierzo.
Yo fui en el mes de Agosto, por la tarde. Hacía todavía calor. Y gocé, como un niño pequeño, bañándome en sus frías aguas. Algunos pensarán diferente, como es lógico, pero, a nivel personal, ese agua gélida de río, me revitalizó y me hizo sentir vivo. Quizá es el agua más «refrescante» de las playas fluviales que yo conozco del Bierzo. Esto para mí es, sin duda, un plus y una gran ventaja. Entre otras cosas, porque la sensación de frescor te dura un buen rato y no unos minutos como en aguas mediterráneas.
Mis hijas cruzaron a la zona de toboganes y se estuvieron tirando por ellos un buen rato.
El lecho del río está cementado y revestido, con lo cual no estás pisando incómodas piedras. Algunos dirán que le resta naturalidad y «eso no es un río». Otros dirán que así es más cómodo. Probablemente, los dos tengan su parte de razón.
Soy consciente de que, tanto el pueblo de Vega de Espinareda, como la fabulosa zona de Los Ancares, tienen muchísimo que ofrecer al curioso viajero. En esta ocasión, yo solo fui a mitigar el calor, darme un vigorizante chapuzón y tomarme una cerveza en el chiringuito. Tiempo habrá de otros menesteres.
