Le Panier fue una sorpresa para mí. Casi todo lo que había oído de Marsella era malo o, al menos, inquietante. Ya verás, pensaba yo. Este barrio será chungo. Pero no. Para nada. Era solo un prejuicio.
Le Panier es uno de los barrios más antiguos de Marsella. Esta ciudad la fundaron los griegos. Fue una colonia griega. Tanto Le Panier como el Puerto Viejo fue bombardeado por la nazis en la IIGM y se cargaron la mayoría de edificios antiguos. Hoy queda muy poco de vestigios griegos o históricos en el casco antiguo. Una verdadera pena.
Callejeando por Le Panier
Y empezamos a callejear: al poco de empezar, te invade la curiosidad. Me asomé a una ventana para ver trabajar a un artesano.
Olía a lavanda por todas partes. El comercio local está especializado en perfumes y productos aromáticos. Algo de todo eso, se expandía por la calle.
También había rincones donde los olores no eran tan atrayentes. Ese contraste me gustaba. Me gustan las ciudades con contrastes.
Me encantó ver que había varias galerías de arte con obras, cuadros y esculturas, realmente, originales. Mezclaban elementos propios de su idiosincrasia como los pescadores o las redes de pesca, con elementos de cultura urbana y moderna.
La mafia marsellesa: la French Connection
El barrio estuvo tomado por la mafia, la French Connection. Debieron ser años difíciles. Controlaban el barrio y era peligroso andar por allí. La cercanía al puerto viejo les daba una ubicación perfecta. Hay una serie de Netflix en la que sale algo de esto: Marseille. No la he visto, la tengo pendiente.
Luego, echaron a la mafia y el barrio se rehabilitó. Ahora es un barrio de moda.
Las coquetas tiendas de Le Panier
Y luego estaban las tiendas de Le Panier: pequeñas, coquetas y muy cuidadas. No soy muy de shopping, pero, he de reconocer, que daba gusto verlas. Llamaban la atención. Entré en alguna y era un pequeño placer curiosear por sus interiores.
Había calles con contrastes y un «toque especial». Estilo el barrio español de Nápoles u otros barrios de ciudades europeas. Si os fijáis en la foto de bajo, sabréis a lo que me refiero.
Uno de sus atractivos eran los restaurantes y terrazas. Me fijé en muchos donde me hubiese sentado a tomar una cerveza o un aperitivo. Había creperías, bistrós. De todo.
Qué me dices, por ejemplo, de tomarte algo en la terraza de abajo con ese pedazo de mural de fondo. No suena mal, ¿no?
El famoso jabón de Marsella
Luego está el famoso jabón de Marsella, omnipresente en Le Panier. Su importancia histórica fue la leche, hasta el punto de que el gran Luis XIV de Francia emitió un edicto donde reconocía su calidad y regulaba su producción, exigiendo que tuviera una serie de requisitos. Eran muchos y estaban tasados. Nos dijo algunos nuestro guía y era alucinante. Se convirtió en un producto valorado en toda Europa.
Había muchas tiendas que lo vendían. Lo más típico y cool, al parecer, era comprarse una pastilla original, un tocho de jabón. Yo pensé: ¿Dónde meto yo eso en la maleta y en mi casa? y compré dos muestras de regalo.
Los grafitis de Le Panier
Y, por último, una de las cosas más representativas de Le Panier, sus grafitis. Hay de todo tipo y condición. Algunos son una pasada. Solo verlos, en mi opinión, merece una visita al barrio más hípster de Marsella.
Algunos grafitis eran de personajes conocidos en Marsella o Francia. O tenían «guiños» a la situación socio-cultural local. Nos lo dijo el guía. Si te interesa el tema, puedes empezar por este artículo de Street art en Marsella.
Y ahí van dos más. El primero es de los más conocidos.
Las callejuelas, casas y rincones de Le Panier
Las calles de Le Panier son empedradas, con arquitectura provenzal (Marsella está en la región de Provenza) y ventanas de madera antiguas. Muy típico. Muy marsellés.
Y las calles tienen elementos decorativos originales, como en sus puertas.
La esquina de la fotografía de abajo y su pájaro me recordó a mi adorado Leonard Cohen. Descansa en paz, viejo amigo, tu obra «flota» por todo el mundo.
Y, como no puede ser de otra forma, me quedaron mil cosas por ver, por averiguar, por saborear. Pero viajar es eso. Asumir que no puedes ver todo.
No soy mucho de Condé Nast Traveler, pero, si quieres saber «Direcciones secretas de Le Panier», este artículo no está mal.
Y la pregunta final: ¿Recomendable, Le Panier? En mi humilde opinión, sí, claro.